La imprenta. Internet. Y ahora: el algoritmo. Vivimos una de las mayores transformaciones de la historia. No solo tecnológica, sino también cultural. La comunicación, que antes estaba en manos de periodistas, medios o agencias, ahora está manejada por algoritmos. La pelea por la audiencia, ahora es lucha por la atención. ¿Cuál será el futuro de los medios, la publicidad y las artes gráficas? Nadie lo sabe, lo que sí sabemos es que será apasionante, pero también exigente. Muy exigente. Porque el problema ya no es comunicar. Es lograr que alguien te escuche.
En un mundo saturado de pantallas, notificaciones y contenidos en bucle, destacar será cuestión de autenticidad, no de presupuesto, y solo sobrevivirán quienes comprendan que la confianza es más importante que la viralidad. Quienes entiendan que la inteligencia artificial no sustituye la inteligencia emocional, y quienes se atrevan a mirar más allá de lo evidente o habitual, para conectar de verdad con las personas.
La IA, está transformando el oficio de comunicar más rápido de lo que las leyes -y la ética- alcanzan a regular. Automatiza, sintetiza y multiplica, pero también deshumaniza y nos vuelve homogéneos si se usa sin criterio. Por eso creo que el futuro será de quienes sepan combinar tecnología con autenticidad, y algoritmos con alma.
La Era del Algoritmo no dejará espacio para los “copiar y pegar”. Las agencias que vivan de repetir fórmulas, los medios que sigan vendiendo titulares vacíos en búsqueda del “clickbait”, y las marcas que prometan lo que no son, desaparecerán.
Pero también será una etapa fértil para los valientes que prueben formatos nuevos, se atrevan a ser vulnerables y apuesten por contar historias que no suenen a anuncio, sino a vida. No hay guión que funcione sin verdad detrás. Las entrevistas que más conectan no son las más producidas, sino las más humanas. Las que dejan ver el error, la risa improvisada, la emoción que no se puede editar.
Quizá esa sea la gran lección de esta nueva era: la comunicación vuelve a ser lo que siempre fue, un acto humano entre personas que intentan entenderse. Solo que ahora lo hacemos a través de tecnología. Hoy contamos con herramientas que superan todo lo que la humanidad imaginó. Y el desafío está en aprovecharlas sin perder lo que nos hace humanos.
Sobrevivirán las agencias más adaptables, los medios más reflexivos y los creativos que generen emociones que importen Sí, el futuro será complejo. Habrá cierres de empresas, profesiones que muten, formatos que mueran, pero también surgirán nuevas formas de contar, nuevas alianzas entre marcas y audiencias, y nuevas oportunidades para quienes tengan curiosidad, criterio y coraje. En definitiva, no sobrevivirán los más fuertes, sino los que mejor se adapten, como siempre ha ocurrido, los que entiendan que la creatividad no está en las herramientas, sino en las preguntas que nos atrevemos a hacernos.
Y en esa búsqueda, hay una certeza que me gusta recordar: cada vez que una tecnología lo cambia todo, también abre una ventana a lo mejor del ser humano. Detrás de cada innovación hay una oportunidad de hacer las cosas de forma más honesta, más útil y más humana.
Por eso, desde Almería -una tierra que ha sabido reinventarse una y otra vez-, miramos al futuro con realismo, pero también con esperanza. Porque mientras haya personas con ganas de abrir melones, compartir emociones y agitar pensamientos, aquí encontrarán su espacio para plantar ideas.