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El efecto multiplicador de las infraestructuras

Ignacio Tejero Rioseras Director del Aeropuerto de Almería


La inauguración del Aeropuerto de Almería marcó un punto de inflexión en el desarrollo económico y social de una provincia que había estado históricamente condenada al aislamiento por la compleja orografía de su entorno. Su apertura representó un importante avance en términos devertebración territorial, pero también fue un incentivo de incalculable valor para el desarrollo y la posterior consolidación de una industria tan relevante hoy como es el turismo. En estos 56 años de trayectoria, la cifra de pasajeros se ha multiplicado por 43 y la de vuelos, casi por 9. Desde nuestras instalaciones, hemos atendido a más de 31 millones de usuarios, en un periplo que se ha ido adaptando a la enorme transformación vivida por el sector. Uno de los mayores hitos en el ámbito del transporte aéreo se produjo a finales de los 80, con motivo de su liberalización y la aparición, como consecuencia de ello, de nuevas fórmulas para viajar en avión (‘low cost`), provocando una auténtica revisión del modelo de negocio vigente hasta entonces en las aerolíneas.

La enorme apertura (o democratización)que esto supuso propició también un cambio en el concepto de aeropuerto, que pasaría de ser una mera infraestructura canalizadora del tráfico aéreo a convertirse en una especie de centro de servicios, con prestaciones cada vez más diversificadas y segmentadas. Las nuevas demandas, y una creciente(y exigente) profesionalización, han ido requiriendo la concurrencia de nuevas actividades empresariales: handling, atención apersonas con movilidad reducida, restauración, locales comerciales, alquiler de vehículos, seguridad privada, control de fauna… Gracias a ello, el Aeropuerto de Almería genera actualmente negocio directo para 80 empresas y da sustento a 500 puestos de trabajo.

Las implicaciones de esta realidad para la economía y la sociedad de su área de influencia son evidentes. Se trata de un efecto multiplicador que trasciende al sector turístico propiamente dicho. El camino hasta aquí no ha sido fácil, entre otros motivos, por ese papel de termómetro económico que tradicionalmente ha tenido nuestro sector: el tráfico aéreo baja si la coyuntura económica no es favorable y sube si, por el contrario, la tendencia es positiva. En los últimos quince años, la coyuntura nos ha obligado a ‘reinventarnos’ varias veces, aunque destacaría dos momentos clave sobre todos los demás:

- La crisis que se desencadenó en la segunda mitad de 2008 y la significativa incidencia que ésta tuvo en el tráfico aéreo nacional. Ante ese escenario, todos los esfuerzos por la recuperación se centraron en atenuar el efecto de la debilidad de la demanda en el mercado doméstico y en los mercados tradicionalmente emisores de turismo hacia Almería. Para ello, se apostó de forma decidida por incorporar conexiones con destinos internacionales emergentes.

- La pandemia de 2020 y la tremenda disrupción que provocó en el sector turístico. En el caso de los aeropuertos de Aena, lanzamos un plan de recuperación operativa con dos grandes ejes de actuación: por un lado, preparar nuestras instalaciones para que ofrecieran todas las garantías de seguridad a pasajeros y trabajadores; por otro, poner en marcha herramientas que facilitaran la reactivación progresiva de rutas -entre ellas, bonificaciones e incentivos ‘ad hoc’ para las compañías aéreas-.En un momento y en otro resultó fundamental la colaboración con las instituciones locales encargadas de la promoción turística y de negocios del destino Almería. Porque el tráfico de un aeropuerto es el reflejo de la demanda que es capaz de generar el territorio al que sirve. Y porque el aeropuerto, per se, no capta conexiones aéreas.

Hacía falta una estrategia común y el aprovechamiento de sinergias entre las competencias de todas las partes implicadas. A día de hoy, y después de que el Covid nos hiciera perder el 80% de nuestro tráfico de un plumazo, ese esfuerzo conjunto y la tenacidad –marca propia de esta tierra- con la que seguimos en ello nos ha permitido recuperar, respecto a 2019, nueve de cada diez pasajeros nacionales y siete de cada diez internacionales. Sin dejar de reconocer que aún nos queda mucho por conseguir, el camino recorrido hasta ahora tiene un mérito enorme y el hecho de que las aerolíneas sigan apostando por Almería, pese a la incertidumbre geopolítica y la escasez de aviones en el mercado, no hace sino demostrar la fortaleza de este destino y las grandes oportunidades que ofrece -este verano las aerolíneas han ofrecido conexiones directas a 23 destinos de 11 países diferentes-.Todo lo que tiene un efecto multiplicador económico, lo tiene, por ende, en el ámbito social.

Aquí, si me lo permiten, me voy a tomar la licencia de invitarles a recordar la campaña publicitaria que Aena lanzó hace unos meses y que protagonizaba, precisamente, un almeriense de los que hacen patria. ¿Imaginan despertarse un día y que no hubiera aeropuertos? Los aeropuertos, y lo que desde ellos se genera, contribuyen a la vertebración territorial, al desarrollo y la creación de empleo, a acercar a las familias, a agilizar las operaciones de rescate –somos base de Salvamento Marítimo-, a acortar los tiempos con vuelos sanitarios que salvan vidas… Tenemos un compromiso ineludible con el bienestar del territorio al que servimos. Y somos muy conscientes de ello.

Por ese motivo, desde el Aeropuerto de Almería continuaremos volcados en multiplicar esos beneficios y en hacerlo, además, sin perder de vista los grandes retos que afronta nuestro sector, como la sostenibilidad o la incorporación de tecnologías avanzadas para satisfacer las nuevas necesidades de pasajeros y aerolíneas.

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